Reconocer en la otra persona su buen hacer

Aunque se haya podido interpretar lo contrario durante décadas, la eficiencia laboral no está reñida con las emociones individuales. Al contrario, somos seres sensibles y, como tal, necesitamos recibir el apoyo de nuestros semejantes, escuchar valoraciones positivas y contar con la aprobación de nuestros superiores.

Desde que el mundo industrial llegó a nuestras vidas se ha hablado largo y tendido sobre eficacia laboral. Con la llegada de la producción en cadena el mundo cambió y con él, la manera en la que las personas experimentan la realidad e interpretan el intercambio humano. Ahora, la rapidez y el estrés se han normalizado y reina un espíritu de normalización sobre el consumo, que se ha convertido en el escudo de satisfacción del trabajador frustrado.

¿Podemos hacer algo para mejorar la situación? Sin duda alguna, por supuesto. La clave para luchar contra el estrés y la ineficacia laboral está en recuperar la humanidad de lo profesional. Decía William James que “el principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado” y tenía toda la razón.

John Dewey, uno de los filósofos más reputados del ámbito estadounidense por la sensatez y la profundidad de sus teorías, consideraba entre sus muchas conclusiones que “el impulso más profundo de la naturaleza humana es el deseo de ser importante. Una vez más, las palabras de un pensador experto en lo meramente humano, abre una puerta al equilibrio y al ‘buen hacer’ en las relaciones profesionales.

La cordialidad y el espíritu de compañerismo son las herramientas que nos catapultarán hacia el éxito productivo e interpersonal. Hay que saber dar su lugar al esfuerzo que hacen cada día las personas, tanto en lo cotidiano como en lo laboral. Por eso, debemos hacer un trabajo de retrospección y reformular el significado de ‘eficacia’ para no seguir cayendo en la tentación de presionar en el trabajo para conseguir resultados.

Saber alimentar de manera sana la autoestima de los demás ofrece satisfacciones a quien escucha y da poder a quien sabe aplaudir y agradecer la labor del interlocutor. Dale Carnegie lo sabía e incluía este conocimiento en su libro “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”. Por tanto, podemos concluir que el reconocimiento sincero enciende los motores de la creatividad, destierra las frustraciones y acaba tanto con las inseguridades como con la desgana.

Carnegie lo tenía muy claro y así lo exponía en su análisis. Si evitamos la crítica negativa, el ridículo y la simple adulación para confiar en la honestidad de un sincero agradecimiento amable, podemos cambiar la vida de cualquier persona y hasta incrementar la producción desde la perspectiva laboral.

¿Quieres conseguir lo mejor de tus empleados, colaboradores, y de cada persona que coincida contigo en el camino de la vida? Empieza por interiorizar esta gran verdad y ponla en práctica en tu día a día. Los que te rodean sabrán apreciar la buena energía que compartes con ellos.

Como decía Charles M. Schwab,

“El mayor bien que poseo es mi capacidad para despertar entusiasmo entre los hombres… la forma de desarrollar lo mejor que hay en el hombre es por medio del aprecio y el aliento”.

 

Fuente: Dale Cargengie. Como Ganar Amigos E influir Sobre Las Personas. 1936.

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